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Dios en un sillón.

Pensé en mejor no hablarle; él nunca escuchó lo que los demás le decían. Seguí en la cocina comiendo mi pan de jamón con queso. En la tele cantaba una mujer de aspecto caribeño, agraciada, pero no me gustó mucho. Me la hubiera culiao igual obviamente, pero no era mi tipo. Cantaba un remake "ataquillado" de una canción clásica. Él seguía al otro lado de la puerta de donde yo estaba, sentado en un sillón, mientras fumaba, enfrente de un notebook. De seguro veía lo poco de pedofilia que se puede encontrar así no más, sin algún "dato", en Google. Lo sé porque cada vez que uso ese computador, el historial está lleno de cabras chicas en pelota. Pero con cuea encuentro alguna imagen fuerte, de esas fotos "duras", algo así como con lo que se hubiese querido encontrar Spiniak o Paul Schaeffer. Por tanto, la cosa no era para morirse. Era, simplemente, un viejo melancólico que recordaba las figuras de las pendejas (siéndolo él tambien en sus evocaciones) que coexistián con él en sus años mozos. Y lo entiendo. No lo juzgo en absoluto. Ya, a mi edad -y eso que sigo siendo joven- a veces me angustio al pensar que podría haber concretado más las concupiscencias que abotagaban mi conciencia en la época del colegio; esos buenos momentos en que todos los días veía a un estereotipo de un fetiche en vivo. Cuántas veces me imaginé bajándole los calzones a las compañeras a las que les cuarteaba sus inmaculadas piernas, ahí mismo (en el patio, en la cancha, en las salas, etc.), por debajo de sus moralistas y esperanzadoras faldas. Pero en fin, todo eso terminó. Ahora sólo me queda hacer lo mismo que el viejo: saltar hacia lo ya sido, por medio de etéreas representaciones.

Ya habiendo terminado de comer mi pan, me paré de la silla. Pensé en que fue mejor no opinar, por lo que al final, no le dije nada. Dejé la tele prendida -imaginándome que el viejo la tenía así para sentirse menos solo-, y salí de la cocina. A la vez que cruzaba la puerta hacia el living, y mientras subía por la escalera de vuelta hacia mi pieza, le dije al viejo: "buenas noches". Él me respondió de la misma forma.

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